Y si no te quedan motivos para querer volver
pues te los inventas.

Porque así es la vida y no puedes cambiarla.

martes, 17 de enero de 2012

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Ok, oficialmente ya acepte que el 2011 se acabo, y yo... Intento atrapar los últimos segundos.
Un recuerdo más, antes de que todo se disuelva como el humo.

Es el momento de hacer recuento, de recuerdos, de días, de noches que no quiero perder.
Es el momento de echar de menos como nunca. De intentar continuar los nuevos buenos hábitos y rebajar un poco los malos (Intentarlo).
Buscar la manera de cumplir las promesas que (me) hice ciertos atardeceres de verano...

Llega también la hora de hacer recuento de todo lo que quería conseguir y no he logrado.
Lo que sí.
Cuentas pendientes, cosas que no pensaba que pasarían, y sin embargo sucedieron.

Propósitos. Sonrisas. Miradas. Momentos.

Y ya está aquí el 2012 (¿Tan pronto?). Muchas cosas que había olvidado vuelven ahora, con la llegada del nuevo año.

¡Madrugar! Tomar cinco cafés al día o seis. Los que hagan falta.
Convivir 72 horas semanales con personas que no siempre están de buen humor. Como tampoco siempre lo estoy yo.
Nuevo retos... Y cambios, cambios, cambios. Yo, que los odiaba, parezco necesitarlos. Ahora comienzo a pensar que la gente sí cambia. O cambia tu entorno, y ya no es posible sentirte igual.

Dejamos el 2011 atrás. Y con él, la época de hacer locuras y vivir experiencias... nuevas.
Digámoslo así. Saben qué? No me arrepiento de nada. No me apetece.

Comienzo el 2012 con una sonrisa, y la promesa de hacer de mi rutina un lugar acogedor.
De ser más feliz, porque por fin me siento en casa, y necesito sentirme segura, aunque sea complicado.
Pondré en práctica todo lo aprendido... Para seguir estando viva.

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