Historia escrita el: 14/01/10
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Nadie la conocía, pero aun así se burlaron y la maltrataron. Ella solía llegar a su casa llorando después de las palizas que le daban. Y los insultos que le gritaban.
Solía acurrucarse en el suelo tras el sofá, como si las paredes pudiesen protegerla del infierno que vivía.
Su madre era una despreocupada mujer de mediana edad adicta a las apuestas y al alcohol. Ella hacía tiempo que había dejado de importarle lo que a su hija le pasara. Así que casi nunca estaba en casa.
Escondida tras el sofá Julia se curaba las heridas, pero solo las físicas. Las emocionales jamás sanarían.
Lloraba amargamente, no por el escozor que el alcohol provocaba en sus raspones, sino por el intenso dolor que llevaba guardado dentro de ella día con día. No intentaba silenciar sus sollozos. Al fin y al cabo a nadie le importaba que ella estuviese herida física y emocionalmente.
Durante años se guardo todo lo que sentía, nunca dijo nada a nadie. Mentía sobre lo que le pasaba a las pocas personas que se interesaban en ella, pero no porque les preocupara que estuviese lastimada. Sino más bien por las consecuencias de lo que eso podría ocasionar.
Ella era "basura blanca" una chica sin dinero, ni una familia, ni siquiera tenía amigos, porque todos la odiaban sin conocerla realmente. Y por eso estaba llena de toda esa ira y dolor.
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Aquella fría tarde de noviembre corrió a esconderse en el baño después de que alguien escribiera "Lesbiana" en su casillero con un marcador permanente.
Cerro la puerta con cerrojo y se dejo resbalar contra esta mientras unas silenciosas lágrimas rodaban por sus mejillas. Ya estaba harta del mundo que la rodeaba, harta de los imbéciles que la trataban mal. Y de que nadie hiciese nada por ayudarla.
Se levanto del suelo limpiando su cara con furia y miro su reflejo, y tan solo pudo ver los vestigios que los años de abuso habían dejado en ella. Ya no recordaba cuando había comenzado todo, ni el porque. Tan solo recordaba algunas escenas de cuando su vida era buena y no la mierda que ahora vivia.
Y con ese recuerdo, por primera vez su ira emergió y le dio un puñetazo al espejo, lo rompio en cientos de afilados pedazos. Se corto los nudillos por el impacto y se sintió tan aliviada de liberar su dolor de aquella sádica manera que tomo el pedazo más grande y afilado de espejo y lo deslizo fuertemente a lo largo de su brazo.
Sonrió al ver la sangre chorrear desde su brazo hasta el suelo. Aliviada como si alguien hubiese quitado un peso de sus hombros. La sangre siguio escurriendo por sus dedos y con la mano temblorosa se corto el brazo izquierdo.
Cayo de rodillas al suelo, sonriendo como hacia años no lo hacía, feliz de poder ser libre.
Cuando la campana del almuerzo sono, salio de su entumecimiento y se levanto lentamente, no llevaba prisa. Tomo sus cosas y bajo las mangas de su sudadera y, salio del baño tambaleándose por la perdida de sangre.
Camino por ese largo pasillo lleno de adolescentes a los cuales odiaba, los alumnos la empujaron he ignoraron, sin saber que estaba muriéndose lentamente en medio del infierno que ellos provocaron.
Casi llegaba a la salida, la luz del sol a traves del cristal, era como una luz de esperanza para ella. Pero su cuerpo no resistió mucho más y cayó al suelo en medio de todos, quienes la miraron sin saber que le sucedía.
Y ahí estaba: Tirada, en medio de los curiosos mientras su corazón luchaba por seguir latiendo.
Nadie hizo algo por ayudarle, hasta que la consejera se acerco a ver que sucedia y vio a la palida chica tirada en el suelo bajo las miradas atentas.
Se hinco junto a ella para tomar su pulso dejando al descubierto las terribles heridas bajo su ropa, todos la miraron con asco por lo desagradable que lucían pero aquella mujer que tomo su pulso no lo hizo, urgio a los estudiantes para que llamasen a una ambulancia mientras ella trataba de mantener a la chica con vida.
El tiempo se hizo lento, la ambulancia no llegaba y su corazón latía irregularmente mientras dejaba atrás el eco de su vida.
"Venga, no te rindas" le murmuro alguien pero ya era muy tarde su corazón no latía más... Dejando en su lugar solamente frió y soledad.
FIN...
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