La inmensidad nos consume. Como un agujero negro.

Estaba todo bien pero a mi cabeza se le ocurrió colapsar.

Ayer; ataque de ansiedad, llanto raro, susceptibilidad. Dejé de ir a una fiesta, dejé todo y me hundí en mi cama.

Hoy despierto y sé que el día será catastrófico. Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odio mirarme en aquel espejo pero lo hice. Vi depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos. Ojitos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un gato.

¿El día? Fue horrible, como esperaba. Y llegando a casa, son las ocho de la noche y estoy sola.
¿Lo más triste? estaba tan confundida que ni hambre o ganas tenía de comer, sólo de matar el tiempo y olvidar ¿Acaso no doy pena?
Y a venido mi tío a charlar porqué está preocupado. Dice que teme que yo vuelva a deprimirme, me dice que ya todo está bien, qué por qué me vengo a poner mal ahora.
Y lo miro, lo miro con ganas de asesinar a ese pobre hombre que vive en un limbo propio donde no comprende que en las últimas 3 semanas su pequeña sobrina bipolar ha hecho el papel de jefa y ahora tiene un día en el cual se deprime al darse cuenta que la vida que ella creo; se destruyó en un minuto.

No sé donde estoy parada. Pero es verdad, la depresión me esta queriendo agarrar otra vez, estoy sintiendo como mi cuerpo empieza a reaccionar de la misma manera, mi pensamiento se tiñe más y más negativo... y pensar que hace casi un mes era la conquistadora de la independencia emocional.

Quizás deba preocuparme.