Sonríe para mi...

Eres afortunada.

Puedes encontrarte mal, tener frío, nauseas, estar mareada, con dolor de oídos y migraña...
Pero sonreír y sentirte muy bien, porque puedes ponerte tus calcetines favoritos, un pantalón rojo, que es muy cómodo, la camiseta negra que te regalo tu ex y una bata azul (¡y si no combina te da igual!). Te tapas con mil mantas y bebes leche caliente con miel, escuchas a Sinatra y piensas en la suerte que tienes. Por poder estar así, sonriendo, a pesar de encontrarte físicamente tan mal.

Puedes estar en el trabajo, aburridísima y no tienes ganas de tomar apuntes. Pero escuchas tu canción favorita en la radio, que tu jefa siempre deja sonando y sonríes. Porque esa canción te trae buenos recuerdos. Y ya hizo tu día más agradable.

Puede que un día no quieras ir a clases de yoga y te acaben obligando. Pero te encuentras con un compañero, que te hace reír y te da un bombón (de chocolate negro, el que más te gusta). Que te dice que esa chaqueta te queda especialmente bien. Y cuando por fin termina la clase, no quieres irte. Porque ese día podía haber faltado él, pero no lo hizo, y sólo por eso ya acabas el día reconfortada y sonriendo.

Puedes estar muy confundida, muy cansada, estresada y quizás un poco triste. Pero te sientes muy bien y muy especial cuando tienes la oportunidad de sentarte con tus amigas en una plaza y hablar verdaderamente de lo que pasa en sus vidas.
Te das cuenta de que no solo saben ser divertidas y distraerte, si no que también están a las malas. De que tienen problemas que ignorabas a pesar de hablar con ellas a diario. Y yo que sé.
Creces como persona. A notar cuanto han madurado desde que las conociste. Para cuando te quieres dar cuenta es noche cerrada. Pero no importa. Las quieres, y sabes que también ellas a ti. Sólo por eso, sonríes.

Sonríeme pequeña.
Eres afortunada.
Sonríeme.